Fuente: El Tiempo, 15/04/2018
La máquina de la economía naranja sigue acelerando en el país
Las industrias culturales, con impacto del 1,5% en la economía, son atractivas para inversionistas.
Que el público colombiano se haya acostumbrado a ver en los últimos años espectáculos musicales internacionales que hace 10 años ni siquiera habría podido imaginar describe una economía del entretenimiento con unas bases muy sólidas de oferta y consumo.
Pero no se trata solo de traer a U2, Bruno Mars o Paul McCartney al país, sino de, además, producir cultura con identidad nacional, con el sello ‘hecho en Colombia’. El ambiente es hoy el más propicio para un sector económico que, según el informe que presentó el Ministerio de Cultura a la Unesco el año pasado, logra mover el 1,5 de la economía nacional, identificándolo por primera vez como un rubro importante al que hay que prestarle atención.
La profesionalización de los productores de cultura y creatividad (por ejemplo, cuando un grupo folclórico o un artista visual van más allá de su arte para crear un portafolio que puede llegar a los programadores nacionales e internacionales, así como a inversionistas) se une al interés abierto en el exterior por ‘consumir’ nuestra cultura. Es algo notorio en festivales y ferias musicales como Glastonbury, Womex, etc.
A la ley de cine y la ley de espectáculos públicos –la primera, promotora de un cine con visión de industria y la segunda, que ha acumulado un arca tributaria en beneficio de la adecuación de escenarios– se suma una ley sancionada el año pasado, la 1834 del 23 de mayo de 2017, que establece como una prioridad el fomento a la economía creativa y lleva por nombre ley naranja.
Fue gestión del entonces senador Iván Duque (hoy candidato presidencial), en un proceso que, además, tiene pocos precedentes en los últimos años: puso a trabajar de la mano a un miembro del Centro Democrático con el Ministerio de Cultura del gobierno actual.
El nombre de economía naranja se desprende de un libro de Felipe Buitrago e Iván Duque, que en ese momento trabajaban para el BID como consultores.
La ley, que promueve una política de incentivos y facilidades de financiación para productores creativos y culturales, une en ese propósito a los ministerios de Hacienda, del Trabajo, de Educación, de Comercio, del Interior, de Tecnologías de la Información y Comunicaciones, a la Dirección Nacional de Planeación, el Dane, el Sena, la Dirección de Derechos de Autor y Findeter.
Sin embargo, hasta la fecha no han establecido el Consejo Nacional de la Economía Naranja, que aportará los mecanismos para administrar esos incentivos, por lo que la ley aún no ha traído los beneficios que se espera que brinde a la cultura. Para Duque, eso no significa que la ley no se vaya a ejecutar, sino que es propicio que el país avance en el proceso electoral para que luego el Ministerio de Cultura, que presidirá el Consejo, establezca su agenda de trabajo.
Sin embargo, cuando no había ley, las industrias culturales en Colombia fueron haciendo camino por sí mismas durante años, y lo que hay son ejemplos. Se espera que en el panorama actual, cuando los sectores económicos del país empiezan a reconocer el impacto de los productos culturales y creativos, la oferta estalle en nuevas direcciones y visibilice múltiples propuestas de todas las regiones y sectores culturales.
Delirio, en Cali, y Artesanías de Colombia son dos ejemplos de constancia en la economía naranja.
Delirio labró su trocha
Andrea Buenaventura, fundadora y directora de Delirio (escuela de salsa y circo que nació hace 12 años en Cali), sabe que “hasta que la ley naranja no esté reglamentada no conoceremos cuáles son los beneficios que nos va a traer”.
Pero agrega que entiende que es un “vehículo que beneficia a todos los que integramos el sector de las industrias creativas. Es decir, lo que Delirio ha hecho durante sus años de vida se va a cumplir a nivel general”.
Buenaventura asegura que durante este tiempo, ella y su grupo han transitado un camino muy solitario para ser competitivos, pero lo han logrado. Y con leyes como la “1193 del 2011, de espectáculos públicos, que nos reguló y nos formalizó, se ha hecho un gran avance”. Han nacido espectáculos como Hechizo, Fiebre de viernes por la noche y Ecuación y descarga, que son algunos de los 12 montajes de esta organización cultural en su historia, uno por año.
La ecuación para Buenaventura es fácil: salsa + circo + orquesta. Eso se traduce en un total de 690 personas trabajando en los colectivos artísticos y de producción y en las 33 funciones en la carpa al año, que este año serán 43 porque se harán cada dos semanas y no cada mes.
Con el trabajo hecho, incluyendo una carpa de 23.000 metros, un escenario de 3.600 metros que permite recibir a 1.600 personas por función y cumple con todos los estándares, Buenaventura espera que la ley “haga un aporte para mejorar la calidad de vida de los artistas, esto quiere decir que el Estado les brinde los recursos para sus necesidades básicas y que puedan profesionalizarse”.
Esperan que la ley ‘haga un aporte para mejorar la calidad de vida de los artistas, esto quiere decir que el Estado les brinde los recursos para sus necesidades’
Igualmente, que la ley lleve a que los entes territoriales cumplan con su parte frente a la redistribución del dinero de la ley de espectáculos públicos. Y pone un ejemplo: “Cuando Delirio tenía su carpa en Cali, con el dinero que pagaba de impuestos y el de los otros empresarios se construyó el teatrino del Teatro Municipal. Es una economía que da la vuelta, y eso lo sentimos todos”, manifiesta.
Sin embargo, no sabe qué pasa con los pagos ahora que la carpa Delirio está en Yumbo, y eso le preocupa.Otra cosa que espera Buenaventura con la ley es saber qué pasa con los dineros que se le pagan a Sayco-Acinpro, a la que Delirio le cancela 500 millones de pesos al año.
Artesanías, un modelo
En sus 54 años de historia, Artesanías de Colombia no solo ha exaltado el trabajo de los artesanos colombianos, sino que lo ha llevado a la tecnificación para mejorar sus productos sin perder el sentido del origen ni de la tradición.
En este tiempo, la entidad ha conseguido 14 denominaciones de origen (11 artesanales y tres de comidas típicas), logrando para Colombia la mayor cantidad de denominaciones en América Latina.
Igualmente, gerencia la feria artesanal más grande del país, Expoartesanías, que se realiza en diciembre y, según datos aproximados, en su más reciente edición tuvo ventas por cinco millones de dólares.
La entidad ha hecho un gran trabajo, aun antes de que existiera la ley naranja, llevando muchos de sus postulados, pero, para su gerente general, Ana María Fries, la sanción de esta ley ratifica que “parte de su objeto es fomentar, proteger e incentivar las industrias que generan valor en razón de sus bienes y servicios, fundamentados en la propiedad intelectual. En esa medida es una ley que genera confianza en el sector artesanal y lo ubica como una actividad de vida sostenible”, dice.
Agrega que, como en la “actividad artesanal están en juego la creatividad y la cultura como materia prima, se integran conocimientos y saberes locales colectivos que deben ser protegidos con la propiedad intelectual y se configuran a una cadena de valor productiva y competitiva que va desde el uso sostenible de materias primas hasta la comercialización en contextos regionales, nacionales e internacionales”.
Y es que desde el 2008, la entidad creó el programa ‘Implementación de los derechos de la propiedad intelectual a las artesanías emblemáticas de Colombia’, con el fin de dotar el sector artesanal de herramientas legales de protección de sus productos y su forma de identificarlos en el mercado.
Entonces, “la economía naranja ayuda a nuestros artesanos en la medida en que permite identificar el renglón de la economía en el que participan y les da una visibilidad y referentes adicionales a los temas sociales y culturales por los que siempre han sido reconocidos. Y por su impacto económico, la artesanía deja de ser vista como un oficio informal para convertirse en una industria formal que contribuye al desarrollo de distintas regiones del país”, indica la funcionaria.
Para Fries, el fortalecimiento de la actividad artesanal visibiliza una práctica real de la economía naranja. “En los últimos años, Artesanías de Colombia ha logrado caracterizar a 27.652 artesanos, los cuales han recibido capacitaciones y asistencias técnicas asociadas a capacidades humanas y sociales, desarrollo de productos, mejoramiento de la calidad en la producción e incremento de oportunidades comerciales en lo local, lo nacional y lo internacional”.
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